por Federico Gidoni*
*Músico, Docente, Productor Artístico
Debido al inicio de la Primera Guerra Mundial la burguesía porteña, que veraneaba en Europa, poso sus ojos hacia el sur en las costas de una ciudad que hoy transita sus 144 años de vida, desde que expedicionarios y aventureros la avistaron, la observaron, la catalogaron, pero “ninguno pudo sellar su suerte como lo hizo aquella postal de vacaciones donde una familia disfrutaba del mar en la playas de la ciudad”….
En su diario de viaje por nuestras costas allá por 1581, Juan de Garay escribía: “…es una muy galana costa y va corriendo una loma llana de campiña sobre el mar, por algunas partes pueden llegar carretas hasta el agua…”
Paulatinamente poblada por veraneantes acaudalados que se iban afincado en grandes como bellas casonas y de una huella arquitectónica que la distinguían y definían, con el tiempo fue creciendo y dando paso a otras realidades.
Otros argentinos que también querían disfrutar de las bondades de estas costas. La llamaban Biarritz. Ahora la nombran simplemente Mardel. Otras políticas y otras decisiones la fueron alterando y transformando. Y con ella su carácter, su conducta. Su futuro.
“Identificar a Mar del Plata solo como una -ciudad feliz- donde solo existe el placer, es privilegiar un espacio utópico por sobre el físico e histórico. Preferimos decir que Mar del Plata, fue y es la ciudad de todos”…
Siempre me dio la sensación de que era una ciudad inigualable. Distinguida y particular. Para mi nació con magia, con un estilo diferente, con encanto propio. Pero hoy, debo decir, que esa impresión está lejos de esa impronta (de esa Biarritz) y no logra encontrar o al menos no llega a reflejar en su plenitud el convencimiento de identidad que la hizo única.
Como el tango y el jazz que se formaron gracias a la convivencia de varias culturas, estilos y costumbres, y definieron una identidad distintiva, excepcionales y mundialmente trascendentes, la diversidad de terruños que aquí arribaron la enriquece y abre un abanico sociabilizante. Nativos, turistas e inmigrantes. “Más de la mitad de los inmigrantes que llegaron a nuestra ciudad se quedó en ella echando raíces y construyendo nuestra identidad”….
El paso del tiempo no se detiene pero el pasado se puede conservar. Puede convivir con el presente y futuro. Como ocurre en otras partes del mundo que entienden que es fundamental conservar las raíces para no perder identidad y crecer con desarrollo e innovación. Y creatividad.
En fin, Mar del Plata es lo que es. Es lo que somos. No miremos hacia afuera. Mirémonos a nosotros mismos. Por respeto a tantos inmigrantes y aquellas familias tradicionales marplatenses que forjaron esta querida ciudad y lo siguen haciendo, la respuesta estará en el compromiso, la madurez y las conductas de todos los que conformamos esta comunidad hermosa de marplatenses, para que seamos la Perla del Atlántico que nos distinguía.
Las luces de España resplandecen en la ciudad
Como dije, otros terruños, otras raíces, otros aires, llegaron a nuestras costas. Cruzando el océano. Españoles e italianos en su gran mayoría. Cuando en estas tierras estaba todo por hacer.
En este sentido, quienes hicieron mucho por nosotros (y perdón si suena políticamente incorrecto) fueron los españoles; y los italianos (y sus descendientes) que se afincaron en la zona portuaria (en otra nota hablare de los queridos italianos). Entre los ibéricos que se agrupaban en clubes, asociaciones, centros, además del Consulado, por supuesto, están los que hoy continúan manteniendo con dedicación, esfuerzo, paciencia, pasión y patriotismo, el Club Español y el Teatro Colón.
Con el fin de dar atención médica y sanitaria a sus socios así fue el objetivo de la creación de la Sociedad Española de Socorros Mutuos del Puerto de Mar del Plata, fundada el 11 de septiembre de 1883. Cuando se funda la ciudad se le quita el nombre del Puerto. Toda la colectividad española de la época tenía un fuerte liderazgo ejecutado por esta institución la cual “jugaba un papel social y político importante”…Antes debemos viajar a la creación del Centro Social Marplatense, constituido en 1907 y reunidos en asamblea en el Hotel Paris fundan una asociación o centro de carácter social, lo que motivo, más tarde la creación de un club y así comenzaba a funcionar a la par de la Sociedad de Socorros Mutuos. Más adelante, en 1923, se comienza con las obras de construcción del Teatro Colón. Tras varias deliberaciones e inquietudes y con “la imperiosa necesidad para esta ciudad de la fundación de una institución esencialmente nacionalista que proyecte un alto exponente de la unión y el patriotismo de la colectividad española radicada en esta ciudad”, se resuelve la creación del hoy Club Español, desarrollando sus actividades en el piso superior de la actual construcción en Hipólito Yrigoyen entre San Martin y Luro.
Fomentar el espíritu y contribuir a mantener unido el sentimiento español en este país, ese su objetivo, esta distinguida institución sigue, mas allá de los vaivenes sociales y avatares políticos y económicos, manteniendo esa máxima que lo distingue. Es un fiel reflejo de una época, cobija innumerables recuerdos y anécdotas que atraparían nuestra atención entre charlas y café en el hermoso salón bufet decorado por murales de época y atendido por un grupo de entusiastas y laboriosos jóvenes que día a día atienden a los asociados y público en general con distinguida y respetuosa presencia y siempre una sonrisa. Hoy y desde hace mucho tiempo, el querido Club Español alberga distintas actividades sociales, culturales, artísticas y de recreación. Con los brazos abiertos, y una renovada Comisión Directiva, liderada actualmente por Don José María Méndez Acosta, en su interior late la confraternidad y amistad entre todos los residentes españoles y nativos marplatenses.
Pero como todo, en la vida, las alegrías también tienen que convivir con las tristezas. Las reuniones y conciertos, los festejos de la Hispanidad en Octubre como varios eventos que dieron la impronta de años de prosperidad y progreso, también se apagaron cuando en 1983 el Club tiene que soportar una crisis financiera que lo lleva casi al remate. Es así que gracias a un protagonista español de nuestra ciudad, Don Florencio Aldrey Iglesias, director de este prestigioso diario, asume el compromiso de colaborar mediante la organización de un evento para recaudar fondos y solucionar parte del problema. Junto a él, también Don Fernando García Navarro, el ex presidente de la institución Antonio Valencia (un gran hombre oriundo de los pagos de Dionisia) “protagonizaron conjuntamente con tantos compatriotas del resurgimiento de la institución siendo modelo de su gestión y servicios prestados en la actualidad no solo a los españoles sino a toda la sociedad marplatense”.
Hoy, el Club Español y el Teatro Colón, resplandecen en las noches iluminando la plaza cívica con una pincelada de luces que embellecen su presencia señorial y le dan vida propia. Pero también, su interior, el Club Español posee luz como la fuerza de un láser que traspasa los corazones y diciéndonos que quienes habitan en él seguirán sosteniendo el testimonio fiel de una época, atesorando la impronta de una generación de españoles que lo forjaron con trabajo y pasión. Las nuevas generaciones seguirán en ese camino. Protegiendo y valorando un patrimonio cultural con sentimiento español y orgullo marplatense.